Hace un tiempo cuando los días eran ocupados por el trabajo llego una mujer con enormes ojeras y cabello enredado, hablaba desesperadamente y ningún policía podía calmarla, pero pronto, el nuevo la auxilio e hizo que pudiera hablar:
“Mi pequeño… mi niño, mi lindo muchacho”
Un joven de 19 años, que había peleado con su madre y esa misma tarde se fue de su hogar; se llevó la suficiente ropa, tenis y su alcancía estaba rota. Su afligida madre comento que estaba ahorrando para entrar a la Universidad, pero claramente el joven se había llevado sus ahorros.
Ella trato de calmarse, pensó que su lindo muchacho se quedaría en casa de algún amigo, lo que le llevo a la tarea de ir en busca de su hijo; casa por casa de sus amigos, sin tener éxito de encontrar a su hijo. La desesperación de la madre solitaria hizo que lo empezará a buscar en casa de sus desagradables familiares y al enterarse que su hijo no estaba en ningún lugar que ella podría conocer, ella ya desesperada, frustrada y llena de tristeza acudió a la policía.
Fue entonces cuando un equipo la aparto de todo el departamento de policías, la madre fue llevada a una habitación solitaria donde se encontraban: el jefe, el nuevo, el practicante, un asistente y por supuesto la investigadora privada, todos escuchaban atentamente a la mujer que estaba frente a sus ojos, todo era anotado por la asistente y ella recibía papeles y fotos del hijo desaparecido.
El joven entro a la larga lista de desaparecidos y lo único que se podía hacer era poner folletos alrededor de la ciudad. Claro que todas las unidades ya habían sido informadas, si sabrían algo del joven lo reportarían; tener una larga lista de desaparecidos lo volvía complejo: era como buscar una aguja en el pajar.
Los días avanzaban y la madre visitaba el departamento de policía todos los miércoles, se había hecho rutina que les llevara pan y café a todos los trabajadores tal vez como muestra de agradecimiento que supuestamente buscaban a su hijo. Aquí es donde se pueden preguntar: ¿Acaso la investigadora privada no podía buscar al joven? Anteriormente ella había sido contratada para buscar mujeres perdidas, niños, niñas y ayudaba a hombres y mujeres que sufrían de violencia doméstica. Y muchas otras veces ayudaba a un policía (su practicante) con sus casos.
Ya era otro miércoles y la madre regreso para regalarles pan y café a los mismos policías que sin desperdiciar la oportunidad ellos aceptaron con una gran sonrisa en el rostro el pan y el café. A la investigadora se le había hecho una estupidez que ellos se aprovecharan de la madre desolada y peor aún se le hacía tonto que la madre confiara en aquellos niños en cuerpo de adultos. Francamente y según a palabras de la investigadora privada, ella se había metido al mundo de las investigaciones por matar su curiosidad ante el aburrimiento de la vida y la crueldad de los seres humanos en especial aquellos que ella llamaba: “Mentes Maestras” o sea a los asesinos en serie. Así que, a pesar del arduo trabajo la investigadora decidió tomar el control de las cartas y salió del departamento de policías para hablar con la madre.
—Seguirán aceptando el pan a pesar de que no están buscando a su hijo. — Dijo la investigadora mientras de su boca salía el humo del cigarro.
—¿Disculpe? — La señora se detuvo para mirarla fijamente. —¿Quién se cree que es? ¡¡Usted ni si quiera lleva un uniforme como ellos!! Estoy segura que solo es una hija rebelde de algún policía.— La señora tenía intención de seguir hablando, pero fue interrumpida abruptamente por la investigadora.
—Alguno de ellos ya tendrían tanta suerte de tenerme como hija. — Ella miro a la señora fijamente a los ojos e hizo que la madre diera un paso hacia atrás con un poco de temor.
—Si usted quiere robarme algo… sinceramente ya no me importa, me temo señorita que me han robado lo más valioso que tenía en mi vida. — La madre de terrible semblante estiro su bolso desgastado para que su dinero y celular fueran robados, pero la investigadora solo le acomodo su bolso cerca de su brazo.
—No quiero robarle señora. — La señora la miro. —Nunca doy una bonita impresión, pero déjeme presentarme; me conocen como Hemingway y soy investigadora privada, quiero hacer lo que muchos no se proponen hacer y es encontrar a su hijo. —
La señora se quedó boquiabierta, sus ojos estaban más grandes y en ellos se veía una esperanza.
—Pero… no tengo con que pagarle, con lo que gano de mi venta de pan lo utilizo para la comida de la semana y para la renta de mi hogar. —
—No le pedí dinero, señora yo hare este trabajo gratis ¿acaso no quiere encontrar a su hijo? —
—¡Por supuesto que quiero encontrarlo! Pero le pagare cada peso de su tiempo ¡¡si es necesario venderé alguno de mis órganos para pagarle!! —
Al saber que vendería sus órganos para encontrar a su hijo, esas palabras con una gran profundidad de valentía y amor, hizo darme cuenta que el amor de una madre hacia su hijo es la acción más poderosa que podría haber en el mundo.
—Entonces, ya que no va aceptar mi trabajo gratis… ¡ya se! Me lo va a pagar de esta manera: no quiero que vuelva a traerle pan y café a esos inútiles de allá adentro. ¿trato hecho? — La investigadora estiro su mano para estrecharla con la señora.
La madre sonrió con lágrimas en sus ojos y con gran fuerza estrecho la mano de la joven Hemingway, era un trato y la búsqueda del hijo perdido empezaría a llevarse a cabo lo más pronto posible.
A los días siguientes la investigadora visito el hogar del joven perdido, tratando de encontrar algo inusual en las habitaciones ya contaminadas por la desesperación de la madre al desorganizar las cosas y la cantidad de días transcurridos. La investigadora trato de rehacer la escena, pero desafortunadamente ya no había mucho que recrear; sin embargo, encontró bajo la cama unos tickets de compra de armas ilegales. Hemingway no dejaría pasar las cámaras de seguridad que había en las calles así que las reviso todas y cada una de ellas; encontrando al joven caminando hacia fuera de su colonia con una maleta; 9:00 p.m. y la calle estaba solitaria de pronto un auto negro se detuvo frente del joven y le abrieron la puerta; nadie bajo, nadie lo forzó, nadie lo obligo a subir… el solo se metió a la boca del lobo.
Armas ilegales, cambio drástico en el humor del joven <<ira>>, desinterés en la escuela y en sus hobbies, misterio en sus palabras y en su comportamiento. Cualquiera podría pensar que andaba en malos pasos o que simplemente era mal influenciado por amigos para consumir drogas.
Aquel auto negro no tenía placas fue difícil encontrarlo, pero no imposible. Cualquier cosa que fuera muy difícil para Hemingway su curiosidad se apoderaba de ella para poder encontrar respuestas y desenredar el misterio, para ella no había un NO como respuesta. Después de los largos días de investigación, ella tuvo que acudir a un viejo compañero de trabajo: el buen hacker. Anteriormente ellos habían trabajado juntos en cosas no precisamente legales de las cuales no puedo mencionar.
Ambos trabajaron arduamente para encontrar al joven perdido y después de noches sin dormir ellos lo encontraron. No quiero hacer más largo esto así que tratare de resumirlo lo más que pueda:
Las cosas en casa estaban devastadoras con la economía del joven y la madre; era imposible para la madre el poder mantenerse bien económicamente y aunque su hijo vendía dulces y trabajaba de mesero en una cafetería… aun así no alcanzaba. El joven fue persuadido por su amigo de revender armas ilegales en un antiguo almacén, donde encuentras todo tipo de personas desde el más enfermo mental hasta el más cuerdo mental, personas que por curiosidad van a ver que hay y algunos sensiblemente emocionales quedan traumados y no regresan jamás, para otros les encanta ir y hacer negocios para comprar carne humana… el joven no sabía en lo que se metía, no lo supo hasta que tuvo problemas con sujetos que ya llevaban años en el mercado, tal vez la investigadora pudo hacer algo más, algo como poder ayudarlo.
En el mercado de cosas ilícitas la investigadora conocía a muchas personas que podían dejar en paz al joven, pero no fue así, el joven huyo y dejo a su madre para salvarla de aquellas personas que les podrían hacer daño.
Tal vez se estén preguntando “¿La investigadora sabe de esas cosas horribles que venden y no hace nada?” bueno el mercado ilícito es muy grande y a palabras de ella y cito:
“Quitar el mercado ilícito no hará que dejen de existir personas malas, eso no significa que no quiera hacer del mundo un mejor lugar para vivir, pero simplemente tengo las manos atadas… no soy una heroína, solo soy otra persona que quiere saciar su curiosidad, solo eso.”
A la madre se le informo que su hijo había huido de personas que le harían daño si se quedaba y se había ido para protegerla, tal vez el regresaría en años o tal vez ya no regresaría, no lo sabemos, pero de lo que si podemos estar seguros es que la madre estará a salvo y más tranquila al saber que su hijo está vivo. Sin embargo, el dolor que tendrá de no ver a su hijo todos los días y de no ver cómo pudo haber tenido éxito en su vida, eso es lo que le dolerá por el resto de sus días. Una vez escuche decir de una anciana que los hijos son unos malagradecidos con sus padres y eso me ha hecho pensar. Es cierto que nuestros padres siempre darán sus vidas por las nuestras, a pesar de los grandes errores que cometamos. La madre del joven dijo: “yo hubiera dado mi vida para que el no fuera privado de su libertad, pero el decidió irse.”
Siempre he dicho y siempre diré que cada cabeza es un mundo y es cierto, todos somos muy diferentes en nuestra forma de pensar; básicamente en todo. Aun sigo descifrando el amor de los padres hacia sus hijos, aun sigo pensando en el mercado ilícito y trato de rezar para que siempre seamos más los buenos.
Tal vez lo que acaban de leer solo es una historia de un libro o de una película, solo recuerden que entre nosotros caminan todo tipo de personas.